Aparte de las minas de carbón y de oro, hay otras industrias que utilizan una u otra clase de mecanismos de transporte. Entre ellas pueden mencionarse las minas de cobre, las canteras y similares que manipulan minerales u otros materiales con cintas transportadoras, como las fábricas de materiales de construcción y/o fábricas de cemento. Hay también centrales térmicas y las salas de calderas en general, donde el carbón y sus cenizas y escorias representan cantidades considerables.

Además las fábricas de gas, de productos químicos y de abonos artificiales pueden hacer muchos de su trabajos con la ayuda de transportadores. Una fábrica de gas de cierta importancia no es completa sin una instalación para manipular el carbón y el coque en las salas de retortas, o de transportadores del óxido en el departamento de purificación, sin los aparatos para la manipulación del sulfato amónico en la sección química.

En las grandes fundiciones de hierro colado y de acero, donde se hacen trabajos de reproducción, los transportadores son de mucha utilidad en la manipulación de las materias primas, ya que permiten ahorrar en el consumo de energía y para aligerar el esfuerzo físico de los trabajadores.

Años atrás, se aseguraba que el ahorro del trabajo de un trabajador justificaba la inversión de miles de euros en maquinaria, hoy en día, este valor ha aumentado mucho más debido a la modernización de la industria y las nuevas tecnologías.

Han transcurrido ya varias generaciones desde que una autoridad en la materia manifestó que una harinera moderna era tan automática que el trigo podía ser descargado de un transatlántico, almacenado, limpiado e igualado, molido y cernido, empaquetado y pesado, despachado y colocado en vagones de tren para expedirlo a los clientes, sin ninguna clase de labor manual.

Si antes se requerían veinticinco trabajadores para producir una determinada cantidad de harina, actualmente son necesarios tres o cuatro trabajadores simplemente en ajustar, limpiar y lubricar la maquinaria automática.

El carácter más distintivo de un transportador es una cinta sin fin (del material que sea), moviéndose continuamente, mientras que la característica de una grúa es un aparejo accionado por una cuerda o cadena que se arrolla y desarrolla intermitentemente en un torno o tambor. Y aun ambos mecanismos pueden usarse conjuntamente, puesto que se emplea frecuentemente una grúa para alimentar un transportador mediante una cuchara excavadora o cuchara autoprensora y una tolva de carga.

Es incontestable que se logra una gran economía al utilizar mecanismos de transporte. Su aplicación incrementa la capacidad de trabajo en las fábricas de gran producción al ahorrar esfuerzos, tiempo y dinero. Se saca el mayor provecho del espacio disponible y se facilita la continuidad de la operación evitándose así el desorden y la congestión.